LÍDERES EVOLUCIONARIOS



· Don Beck · Michael Bernard Beckwith · Joan Borysenko · Gregg Braden · Patrick Brauckmann · Rinaldo Brutoco · Jack Canfield · Scott Carlin · Deepak Chopra · Andrew Cohen · Dale Colton · Wendy Craig-Purcell · Stephen Dinan · Gordon Dveirin · Duane Elgin · Barbara Fields · Ashok Gangadean · Kathleen Gardarian · Tom Gegax · Mark Gerzon · Charles Gibbs · Craig Hamilton · Kathy Hearn · Jean Houston · Ervin Laszlo · Bruce Lipton · Howard Martin · Barbara Marx Hubbard · Fred Matser · Rod McGrew · Steve McIntosh · Lynne McTaggart · Nipun Mehta · Nina Meyerhof · Deborah Moldow · James O'Dea · Carter Phipps · Carolyn Rangel · Ocean Robbins · Peter Russell · Elisabet Sahtouris · Yuka Saionji · Gerard Senehi · Christian Sorensen · Emily Squires · Lynne Twist · Diane Williams · Katherine Woodward Thomas · Tom Zender

On July 26, 2008 the Chopra Foundation, the Source of Synergy Foundation and the Association for Global New Thought invited a group of renowned Evolutionary Leaders to the Chopra Center in Carlsbad, California, to explore their extraordinary potential as a collective. Out of this gathering came A Call to Conscious Evolution: Our Moment of Choice.

18.12.15

Vanguardias evolucionarias


Ante nosotros se abre el año 2016.

Una nueva oportunidad para reinventar nuestra presencia en la Tierra.

Momento definitorio para el trabajo inaugural realizado durante las recientes décadas por una infinidad de individuos, antes dispersos, hoy amalgamados en una Red fraternal.

Hay aquí materiales de lectura muy diversos en asuntos y momentos. 

Los ofrezco a mis amistades del Facebook:

mi cuenta es miguel.grinberg.3

Se pueden dejar comentarios aquí.

Un abrazo cordial a todxs.


31.12.13

>

RECONFIGURACIÓN



"Los nuevos órganos de la 

percepción se manifiestan como un


 resultado de la necesidad. Por lo 


tanto, aumenta tu necesidad a fin 


de que puedas incrementar tu 


percepción."

Jalaludín Rumi - 1273

13.8.12

El espíritu de los '60



Miguel Grinberg: "El espíritu de los '60 late todavía entre nosotros"


El escritor y periodista participó del curso “La generación del sesenta. El poder de la palabra”, encabezado por Luisa Futoransky. Al respecto, indicó que esa década no puede considerarse "ni una derrota ni un fracaso porque los que todavía estamos vivos de esa época, seguimos encarnando esos ideales”.

El escritor y periodista, Miguel Grinberg, aseguró en la Feria del Libro que “el espíritu de los 60`s late todavía entre nosotros porque los grandes problemas que enfrentamos en esa época siguen vigentes”.

En el marco del curso “La generación del sesenta. El poder de la palabra”, encabezado por Luisa Futoransky, Grinberg aseveró: “El espíritu de los '60 late todavía entre nosotros porque los grandes problemas que enfrentamos en esa época siguen vigentes, no por incapacidad de los protagonistas de esa época, sino porque la humanidad todavía no los ha resuelto”.

En ese sentido, hizo referencia a su libro “Generación V. La insurrección cultural de los años sesenta”: “Me permití hacer un libro documentando el lado contracultural de los '60. Acá resumí las áreas y establecimientos de creación que hubo en esa época, en la cual yo edité entre 1961 y 1969 la revista literaria Eco Contemporáneo; una de las principales de la época en la cual la cultura estaba dominada o por los suplementos literarios de los grandes diarios; o bien por la izquierda, predominantemente del PC o los partidos disidentes”.

Sobre la época, el escritor añadió que en la década del sesenta “aún en las diferencias convivíamos como en una bolsa de gatos los tipos más diferentes que se pudieran imaginar” e indicó que para él, los ideales que se declamaron en aquel momento no pueden ser leídos hoy de una manera negativa.

“Para mí los '60 y '70 no se pueden considerar ni una derrota ni un fracaso porque los que todavía estamos vivos de esa época, seguimos encarnando los ideales de esa época”.



ADVENIMIENTO

Hubo hombres contemporáneos de la Primera Guerra Mundial (1914-18), entre ellos, el poeta místico irlandés William Butler Yeats (1865-1939), que en su poema La Segunda Venida (Second Coming, 1920) denunciaba, angustiado, el panorama reinante: la anarquía que asolaba la tierra, la marejada de sangre que se alzaba en el horizonte, el ritual con que los verdugos laceraban la inocencia, en resumen, una clase distinta de individuos (los fascistas y los comunistas) que iban a quedarse con el mundo.

Dando vueltas y vueltas en la espiral creciente
ya no puede el halcón oír al halconero;
todo se desmorona; el centro cede;
la mera anarquía se abate sobre el mundo,
se suelta la marea de la sangre,
y por doquieres ahogado el ritual de la inocencia;
Los mejores carecen de convicción, y los peores
están rebosantes de febril intensidad.


Ante semejante perspectiva, pesadas tinieblas llovían sobre su cabeza y sus pesadillas de guerras y desastres sólo eran vaticinios de cosas peores que revelaría, por medio de la poesía (ese lenguaje cifrado), al resto de la humanidad. Recordemos: fue testigo de la barbarie sectaria en su país, del salvajismo por razones de Estado, de etnia, de religión. Y vivía trastornado por los gyres, trágicas espirales irrefrenables que agitan la historia. Yeats falleció justo al comenzar la Segunda Guerra Mundial que desembocó en el espanto del Holocausto y de Hiroshima.

Su visión del colapso de Europa era inequívoca. No obstante, una estrella brillaba a veces en su cielo encapotado y en otro poema, Plegaria para la vejez, escribiría:


Dios me guarde de aquellos humanos pensamientos
que en la mente están solos;
aquel que canta una canción durable
la siente en lo más hondo.

De cuando a un viejo le convierte en sabio,
alabado por todos;
Ah, ¿quién soy yo que nunca pareciera,
por mi canción un loco?

Rezo – pues las palabras vacías ya se fueron
y la plegaria ha vuelto sólo-para que pueda parecer,
aún cuando viejo muera,
un hombre apasionado, loco.


Evoco estas postales poéticas porque los titulares actuales son también recurrentes relatos de caos y destrucción. Y dado que los grandes poetas son las antenas de sus sociedades y de su tiempo, imagino lo que Yeats escribiría tras recorrer las noticias que ofrece la Internet. Y lo primero que se me presenta es una imagen de advenimiento, libre de connotaciones bíblicas o devocionales. Simplemente como la venida o llegada de una época determinada o de un acontecimiento trascendental. Que podría ser un nuevo periodo histórico o el acaecer de algo o alguien muy importante. ¿Por qué? Porque estoy categóricamente convencido de que estamos atravesando un umbral, rumbo a algo irreversible.

¿Un apocalipsis? ¿Una conmoción 2012? Nada de eso. Algo más sutil, más definitivo.

En estas circunstancias hay solamente dos maneras de posicionarse: dejar que nos dominen sensaciones del tipo “fin del mundo” (con toda su caravana de datos horribles) o predisponerse a intuir detalles parciales del acontecimiento magno que se alberga entre los pliegues de la realidad actual (aunque no sean del todo nítidos).

Sabemos que estamos permanentemente sumergidos en una energía vital universal que abarca a todas las cosas y a todos los seres. Todas las células de nuestro cuerpo danzan acompañando el ritmo de sus melodías intangibles.

Todo advenimiento es un estado de transición, entre lo que uno deja de ser y lo que poco a poco va enhebrándose en su alma como un manto invisible. Una travesía permanente sin punto de partida y sin puerto de destino.

La meditación que forma parte de nuestra tarea espiritual cotidiana, es un trampolín inmaterial: saltar o no saltar (hacia lo elevado), he ahí el dilema.



1.2.12

La revolución nadaísta


LOS IRREVERENTES. Darío Lemos, Juan Gustavo Cobo Borda, Eduardo Escobar y Juan Manuel Roca.



A poco más de 50 años de su surgimiento, el nadaísmo fue, para Colombia, el movimiento que intentó romper con las instituciones y el orden establecido. Entre André Breton y los beatniks, ésta es su historia.

POR FERNANDO MOLLE - Revista Ñ

Medellín, 1958. Elmo Valencia y Jotamario Arbeláez, dos poetas cachorros, recién egresados o expulsados de sus respectivos colegios confesionales, destapan una cerveza tras otra en el Café Colombia. Se les aparece un joven escritor, cuya fama de agitador cultural venía en alza. Es Gonzalo Arango: “Oigan, Jotamario y Elmo, los mandé a llamar para invitarlos a voltear el mundo patas arriba, a no creer en nada ni en nadie, ni siquiera en nosotros mismos. Ya tengo otros poetas, son geniales, locos y peligrosos, ¿aceptan la propuesta”. Esa noche pasan a formar parte del nadaísmo, ese terremoto dionisíaco que daría vuelta a la pacata y provinciana cultura colombiana.

¿Cuál fue el acto fundacional de este movimiento que quería hacer tabla rasa con los valores establecidos? La quema de libros. En la plazoleta frente a la Universidad de Antioquía, en la insular Medellín, Gonzalo Arango y sus compañeros fueron apilando libros que formaron una respetable fogata. Bien pronto se va formando un coro de asombradísimos estudiantes. Es cuando Arango se trepa a un banco de madera, invita a todos a “quemar nuestros libros para probarle al mundo que desdeñamos el saber hereditario, pues ya no hay nada en qué creer”.

Empezaba un movimiento contracultural, que brilló esencialmente en la poesía, pero que tenía como objetivo de máxima la intoxicación masiva de la conciencia. Nacido de ciudades como Cali y Medellín, periféricas al centralismo cultural de Bogotá, y creado por jóvenes iconoclastas de clase media o media baja, el nadaísmo iba a extenderse durante décadas por todo el país. André Breton, el faraón del surrealismo, decretaba por esos años, y con bastante razón, que en Francia ya no se podía escandalizar a nadie. Pero seguramente Breton (el Gonzalo Arango francés) no conocía demasiado el conservadurismo y el atraso cultural de la cultura oficial colombiana de fines de los 50.

Como tantos otros movimientos, el nadaísmo también tuvo su manifiesto fundacional, firmado por Arango: “El Nadaísmo, en un concepto muy limitado, es una revolución en la forma y en el contenido del orden espiritual imperante en Colombia”, trompeteaba la primera página. En medio de citas de Breton, Mallarmé, Sartre y Kafka, el texto desplegaba una radiografía radicalmente nihilista y anticonservadora de la situación social colombiana. Las ideas nadaístas se apoyaban en elementos irracionales y patafísicos, en la duda y la irreverencia, en la línea del dadaísmo y el surrealismo. Estaban muy en sintonía, también, con el élan vitalista de los beatniks norteamericanos, tan contemporáneos a los primeros cascotazos nadaístas que habría que hablar de simultaneidad más que de influencia. El manifiesto no ocultaba los límites del proyecto: “La lucha será desigual considerando el poder concentrado de que disponen nuestros enemigos: la economía del país, las universidades, la religión, la prensa y demás vehículos de expresión del pensamiento. Y además, la deprimente ignorancia del pueblo colombiano y su reverente credulidad a los mitos que lo sumen en un lastimoso oscurantismo (...) Renunciamos a destruir el orden establecido. Somos impotentes. La aspiración fundamental del nadaísmo es desacreditar ese orden”. El antidogmatismo ideológico y estético del grupo fue una de las razones que le permitieron sobrevivir décadas casi sin fosilizarse: “El nadaísmo no tiene fin”, se afirma en un manifiesto posterior, “pues si tuviera fin, ya se habría terminado”.

El saboteador

¿De dónde había salido Gonzalo Arango? Proveniente de una familia de clase media de Andes, Antioquía, hijo de un telegrafista, cursó estudios incompletos de Derecho. Poco más tarde se unió al MAN, el movimiento del general Rojas Pinilla, que había llegado al poder por golpe militar en 1953 poniendo fin a la alternancia oligárquica de los partidos liberal y conservador. Redactor del diario oficial del gobierno, Arango cae en desgracia luego de la caída del dictador en 1957 y debe exiliarse en Cali. Más adelante, en su primer manifiesto, Arango hará una autocrítica del apoyo a Rojas Pinilla, al que califica de tirano.

Hubo otros dos actos que hicieron explotar la fama nacional de los nadaístas. En 1959, Arango y los suyos sabotean el Congreso de Intelectuales Católicos en Medellín, auspiciado por el Opus Dei y la curia local. En medio del discurso inaugural, Arango irrumpe lanzando hojas de su manifiesto sobre las cabezas de los asistentes, mientras que otro nadaísta, Cachifo, tiraba una bomba de olor capaz de hacer vomitar a un muerto. Así lo recuerda el poeta Elmo Valencia en el suculento libro recopilatorio Bodas sin oro. Cincuenta años del nadaísmo: “Mientras el gobernador seguía comparando a Santo Tomás de Aquino con Aristóteles, las monjitas sacaban de la boca un vómito celestial y tibio de color cardenalicio. Gonzalo se escondió donde La Lora, amante de Cachifo, pero ella (...) lo denunció. Llegaron los detectives y se lo llevaron remitiéndolo al patio de los criminales más peligrosos de La Ladera, donde matan por un par de zapatos”. La reclusión de Arango duró un mes interminable, pero eso no le hizo bajar los decibeles ni le corrigió la letra.

Entre dios y el diablo

El otro acto detonante fue el de la Basílica de Medellín en 1961. La banda nadaísta concurre al templo, simulan comulgar, pero –gravísimo sacrilegio– guardan las hostias consagradas en un libro con la idea de coleccionarlas, por lo que casi son linchados por la multitud creyente. Estos dos megaescándalos fueron consolidando la pésima fama del grupo, que en adelante fue haciendo giras por diversas ciudades del país, donde realizaban todo tipo de actos pánicos. Se constituye así, hacia 1960, el primer grupo nadaísta, integrado por los poetas Elmo Valencia, Jotamario, Jaime Jaramillo Escobar (también conocido como X-504) y Darío Lemos. También hubo narradores en el grupo: Humerto Navarro, Amílcar Osorio y Jaime Espinel. Otros escritores y artistas se irían sumando al grupo con el correr de la década del 60, como Mario Rivero, Pablus Gallinazus y Fanny Buitrago entre muchos otros. Arango se aparta de la dirección del grupo hacia 1963, aunque no se aleja de su órbita. Continúa dedicado principalmente al periodismo –también escribe varias obras de teatro de línea absurdista–, hasta su muerte en un accidente de auto en 1976.
Los nadaístas se zambulleron en la experimentación con drogas alucinógenas, sintonizando con el naciente movimiento hippie. También tendieron puentes con otros movimientos contraculturales latinoamericanos, como los mufados argentinos (capitaneados por Miguel Grinberg), los tzántizicos ecuatorianos y el grupo de la revista El Corno Emplumado de México. En los medios a los que tenían acceso, difundían a los beatniks norteamericanos y a todo el contracanon patafísico y surrealista. En 1963 aparece Trece poetas nadaístas la primera antología del grupo, y siete años más tarde, Nadaísmo 70, la demorada revista orgánica del nadaísmo.

La poesía nadaísta

Si bien hubo entre sus integrantes varios prosistas, fue en la poesía donde el nadaísmo dejó sus logros más perdurables. En especial, en la obra de tres poetas: Mario Rivero, Jotamario Arbeláez, y el más radical de todos, Jaime Jaramillo Escobar. Mario Rivero sorprendió al medio poético colombiano en 1966 con Poemas urbanos, donde mixtura de un modo personal el tono conversacional y la apropiación de las poéticas del tango y del bolero. Más humorístico e irónico, Jotamario Arbeláez es el que más consecuentemente sostuvo los postulados insumisos del movimiento. Autor de Mi reino por este mundo, unos de los libros vertebrales del nadaísmo, extrae un original lirismo de su imaginería pirotécnica y erótica. Un poeta extraordinario, el elefante blanco del grupo, es Jaime Jaramillo Escobar, nacido en Puerto Rico en 1932. La estética del autor de Los poemas de la ofensa (1967) es una personalísima síntesis de coloquialismo bufo, versículo panteísta whitmaniano e imagen negra de Rimbaud y Lautréamont. Otros poetas considerables: Eduardo Escobar, Darío Lemos, Elmo Valencia, Amilcar Osorio y Jaime Espinel, entre otros.

El balance abierto de Jotamario Arbeláez

Recientemente se festejó en Colombia, con diversos actos y ediciones, los 50 años del movimiento. No es fácil aventurar un balance de los logros estéticos y existenciales del proyecto nadaísta, teniendo en cuenta la evidente liberalización de las costumbres desde los 60 hasta hoy. Un cambio radical en los límites de la moral social media (acelerado en Colombia, tal vez, por la propia irrupción nadaísta), que hoy podría tornar inútiles o ingenuas a ciertas banderas enarboladas hace décadas.

Pero nadie mejor que Jotamario Arbeláez, en diálogo exclusivo con Ñ, para ofrecer una recapitulación del legado y actualidad del grupo: “Antes del nadaísmo”, afirma Jotamario, “Colombia era una aldea adormilada, dominada por el clero, los académicos y los políticos –amén de la burguesía– por donde no había pasado una idea de vanguardia. Acudimos a un terrorismo verbal para desacreditar esos estamentos por medio de manifiestos, conferencias y actos pánicos, mientras proponíamos una literatura y un arte sin antecedentes en nuestro patio.”

¿Cómo evolucionó esa rebelión a lo largo de los años? “Tres de nuestros principales objetivos tuvieron finales inesperados”, responde. “Nos propusimos desvelar las máscaras de la Iglesia y algunos de los ‘profetas’ terminamos capturados por Cristo; nos propusimos impulsar el consumo de la cannabis como droga mística e iluminativa y se desencadenó el narcotráfico; nos propusimos dar vía libre a las conductas sexuales más atrevidas y apareció el sida”. Jotamario extiende la influencia del nadaísmo al grupo de religiosos rebeldes de la teología de la liberación. Incluso influyeron, según el poeta, “en la faceta imaginativa y de humor negro contestatario del grupo guerrillero M-19, que terminó haciendo la paz, mientras nadaístas y hippies realizábamos a nuestro modo una verdadera revolución”.

21.4.11

El alma de la materia




La ciencia de vanguardia y las sabidurías tradicionales coinciden en que toda la realidad está dotada de alguna forma de conciencia. La teoría ‘panpsiquista’ puede ayudar a que el ser humano se relacione de una forma más respetuosa con el entorno.

TEXTO MANUEL NÚÑEZ Y CLAUDINA NAVARRO

Todas las cosas, desde las rocas a los árboles, pasando por los insectos o los océanos, sienten y se relacionan entre sí de alguna manera. Dicho de otra forma, poseen un tipo de conciencia. No es una loca idea nueva. Expresada de una manera u otra, ha aparecido en muchas culturas a lo largo de los tiempos, pero la visión científica del mundo la ha relegado, en el mejor de los casos, a la categoría de opinión sin demostrar. En el peor, se la tacha de irracionalidad, pensamiento mágico o pseudorreligioso. Sin embargo, actualmente existen cada vez más personas con formación científica que están dispuestas a defender donde haga falta que la conciencia no es un don exclusivo del ser humano. No es un producto del cerebro, sino una cualidad que penetra todas las cosas que existen. El pensamiento convencional dice que sólo los seres humanos tienen conciencia porque sólo ellos poseen lenguaje, pensamiento racional y, sobre todo, un punto de vista en primera persona, un “yo”. Un biólogo o un neurólogo añadirán que todo esto es producto del elevado grado de complejidad del cerebro humano. Pero no es tan fácil. Los animales tienen una experiencia del mundo exterior, vida social, emociones y formas de comunicación. Por otra parte, es lógico pensar que si el cerebro humano es un producto de la evolución, la conciencia que le caracteriza no ha aparecido de pronto, sino que es una modificación de formas anteriores. Si acaso, se puede afirmar que existe una forma humana de conciencia y que cada animal tiene la suya. Una vez derribada la frontera entre el animal humano y los no humanos, cabe preguntarse si la conciencia se extiende a los vegetales, los minerales y los átomos, porque ¿cuál es su base material?

Está en todas partes

Los científicos han realizado enormes descubrimientos sobre el funcionamiento del mundo exterior, desde el mundo de las partículas subatómicas a las estrellas. Pero la conciencia que hace posible esos conocimientos es un misterio completo para sí misma. No hay ninguna certeza sobre sus vínculos con la materia (o la energía física, hablando con mayor propiedad científica).

Existen hipótesis. Para Stephen Deiss, filósofo, psicólogo, informático y estudioso de la conciencia, ésta no aparece en los animales especialmente evolucionados sino que “es una cualidad de la materia, de la misma manera que lo son la masa y la carga eléctrica”. Richard de Quincey, profesor de Filosofía y de Estudios sobre la Conciencia en la Universidad John F. Kennedy (Estados Unidos), se afilia al linaje secular de quienes creen que la materia y la conciencia o su germen siempre van juntas. La idea de que la conciencia se halla en todas partes ha recibido en filosofía el nombre de panpsiquismo o panexperiencialismo.

Afirmar que un árbol o una piedra poseen algún tipo de mente es suficiente para caer en el ridículo, sobre todo si se frecuentan los círculos académicos. Sin embargo, es algo que hubieran sostenido un amplio número de los pensadores más reconocidos a lo largo de la historia occidental, desde la antigua Grecia hasta hoy mismo. David Skrbina ha seguido las huellas del panpsiquismo y ha elaborado una larga lista donde aparecen nombres como Tales de Mileto, Anaxímenes, Parménides, Heráclito, Anaxágoras, Empedocles, Platón, Aristóteles, Epicuro, Spinoza, Newton o Leibniz. Todos ellos, junto con un buen número de científicos modernos, creen que la conciencia se halla de alguna manera en cada punto del Universo.







Para Deiss, resulta evidente que desde las partículas elementales a los animales o las galaxias, todo tiende a organizarse en sistemas cuyas partes se relacionan a partir de su propia experiencia y actividad. En la naturaleza no existen los agentes pasivos, todo es activo. Y donde hay experiencia y actividad hay alguna forma de conciencia. En algún rincón del átomo se refugia lo que el filósofo Ken Wilber ha llamado “interioridad” y que a lo largo de la historia de la filosofía ha recibido otros nombres, como “lugar de la experiencia”, “capacidad de punto de vista subjetivo” o “inteligencia autoorganizadora”.

Experiencia es conciencia

Los autores que se alinean con las teorías panpsiquistas sostienen que la materia posee sensibilidad y alguna forma de conciencia. Para el matemático y filósofo Alfred North Whitehead (1861-1947), inspirador de muchos panspsiquistas actuales, todo lo que existe tiene una experiencia de lo que le rodea. Al reunirse los elementos fundamentales, se forman entes complejos –una planta, un animal– con una manera propia de experimentar la realidad y que en el ser humano se llama conciencia. Puede entenderse que el Universo entero es un todo orgánico, un ser, cuyas partes están profundamente interrelacionadas. Hay quien llama Dios a la conciencia del todo.

Los límites de la ciencia

¿Existe alguna prueba física, objetiva, de la presencia de conciencia en los seres vivos o en los objetos inanimados? Como reconocen los científicos más humildes, sabemos muy poco sobre las estructuras básicas de la materia. Por ejemplo, ni siquiera conocemos cómo se ordenan espacialmente los átomos de oxígeno e hidrógeno en la molécula del agua para que el resultado sea una sustancia líquida. Aún es un misterio. La existencia de un buen número de partículas subatómicas que tienen nombre y propiedades científicamente determinadas se supone a partir de cálculos matemáticos, aunque no se han podido observar experimentalmente. Por el momento no existe ningún proyecto en marcha que pretenda hallar la partícula de la conciencia. Descubrir a través de la observación de la materia los secretos de la conciencia puede ser un reto que se halle más allá de las posibilidades actuales y futuras de la ciencia. No obstante, se han elaborado hipótesis que reservan un lugar para la mente en los rincones más íntimos de la materia. El modelo holográfico de David Bohm y Karl Pribram propone, por ejemplo, que cada punto del Universo está conectado con todos los demás, de manera que todas las conciencias pueden estar también interconectadas.

Otros teóricos especulan con la posibilidad de que el espacio vacío entre las partículas elementales, donde la energía se concentra al máximo, sea el pasaje de comunicación entre todos los puntos del Universo, constituyendo el hogar de la conciencia.

Sabidurías tradicionales

Quizá sea imposible describir la conciencia con las actuales herramientas de la Física, la Biología o la Psicología. Casey Blood, profesor de Física en Universidad Rutgers (Estados Unidos) y estudioso de las tradiciones místicas, sostiene que la física cuántica excluye la posibilidad de que el cerebro sea capaz de hacerse una imagen de la realidad por ningún medio conocido a día de hoy. Por tanto, para Blood, es necesaria la existencia de un alma que percibe por medios no físicos, independientemente del cerebro, y que emplea este órgano de alguna manera. Para Blood, está justificado recurrir a otras formas de conocimiento cuando el método científico no puede proporcionar las respuestas adecuadas.

La experiencia mística es la prueba más directa de la existencia del alma en la materia. Quienes la han vivido saben que el Amor lo explica todo y se halla en todas partes, pero quizá no lo digan exactamente con estas palabras. Pueden hablar de Dios, Conciencia Cósmica, Espíritu, Luz, Energía… pero se trata de la idea central de todos los grandes sistemas religiosos. Los discursos más interesantes al respecto aparecen a menudo en las vertientes esotéricas –para iniciados, entendidos– de las religiones establecidas.

En la tradición cristina, la filosofía heredada de Platón da forma al concepto del Ánima Mundi que permea el cosmos y la materia de la misma manera que el alma habita el cuerpo humano. Esta idea se puede entender como el germen de Gaia o teoría de que la Tierra es un ser vivo.

Según la tradición budista Dzogchen, no existe nada que no se pueda calificar de sintiente. En el Libro Tibetano de la Gran Liberación se dice “la Mente Única, como Realidad, es el Corazón que late por siempre, impulsando la corriente de sangre purificada de la existencia, tomándola luego de nuevo; la Gran Respiración, el Inescrutable Brahman, el Eterno Misterio Desvelado de los Misterios de la Antigüedad, el Objetivo de todas las peregrinaciones, el Fin de la Existencia”.

Según algunas escuelas hinduistas, Krishna dice a Arjuna “sostengo el Universo entero mediante una pequeña parte de mi poder divino”. En el Vedasara Shivastotram se lee “es de ti que este Universo de formas emerge y en ti permanece. Y es en ti donde finalmente desaparece”.

En el Islam, a partir de santos, pensadores y poetas como Ibn Arabi, las escuelas sufís han desarrollado conceptos como la Unidad de Todas las Cosas.

La cábala judía de Isaac Luria enuncia la doctrina del Tzimtzum, según la cual, en la Creación continúa fluyendo la “luz de Dios”.

Para el taoísmo, el Tao infinito e intemporal es el misterio que une y sostiene todas las cosas.

Los místicos coinciden con los actuales psicólogos transpersonales en que la percepción de las dimensiones espirituales puede alcanzarse mediante la intuición y el desarrollo de la conciencia. El silencio, la ascesis, las técnicas de meditación y respiración, la música o el consumo de plantas enteógenas son recursos auxiliares para el mismo fin.

La filosofía y la psicología modernas han calificado la razón y la lógica como características esenciales de la conciencia humana, a costa de su capacidad para la mística, la creatividad y la metáfora. Lo que se ha llamado despectivamente “pensamiento mágico” o “salvaje” se corresponde seguramente con estados de conciencia que trascienden al individuo y que permiten la comunicación con las conciencias no humanas.





Cambio de actitud

Ya sea por caminos científicos, filosóficos o espirituales, asumir la idea de que la materia está dotada de conciencia puede contribuir a que el ser humano cambie su manera de enfrentarse a la existencia. No es lo mismo vivir rodeado de una naturaleza muerta, pasiva o inconsciente que formando parte de una realidad sintiente e inteligente. En el primer caso, un abismo separa al ser humano de su entorno y por eso se siente autorizado a utilizarlo sin limitaciones. En cambio, en el segundo caso, está abierto a descubrir y maravillarse con todo lo que le rodea por lo que se siente inclinado a mostrar mayor respeto.

Según De Quincey, la visión moderna del mundo se basa en la actitud de la ciencia hacia el fenómeno de la conciencia y su relación con la materia. Es la causa de que la naturaleza carezca de valor intrínsico y de que por tanto sea maltratada sin piedad. La negación de la conciencia al resto de seres y cosas causa una fragmentación que afecta a la relación entre personas y colectividades, a la educación y al sistema legal: quien no tiene conciencia no tiene derechos.

De la misma opinión es la ecofilósofa australiana Freya Mathews, quien describe la situación actual de crisis global –cambio climático, extinción de especies, agotamiento de bienes naturales, contaminación, guerras y miseria– como un síntoma de la profunda desorientación de la conciencia y la cultura humanas.

El objetivo de De Quincey, Mathews y otros defensores del panpsiquismo es que la filosofía y la ciencia actuales recuperen la comunicación con el resto de seres vivos y las cosas porque servirá para vivir de una manera más plena, respetuosa y armónica.

Un cambio en el paradigma científico que reconociera algún nivel de conciencia en la materia nos vincularía estrechamente con el entorno y contribuiría a la modificación de los comportamientos y los valores. Hace falta mirar lo material con ojos nuevos: no se trata de algo inerte, sino algo donde palpita lo que consideramos más preciado de nosotros mismos.

No obstante, Mathews advierte contra el riesgo de entregarse a un nuevo y absurdo animismo. En su opinión, en ningún caso se trata de adorar al Universo, a Gaia, a los animales o a las piedras preciosas como si dirigieran nuestros destinos. “La comunicación con el mundo es un fin en sí mismo, como una de las experiencias bellas de la vida, más que como un medio para obtener seguridad o suerte”, escribe en su libro For Love of Matter.

Relación entre mente y cuerpo

El deseo de obtener beneficio personal inmediato de los hallazgos que realiza forma parte de la naturaleza humana. Algunas de las ideas que sostienen los panpsiquistas son tentadoras desde el punto de vista de la medicina, por ejemplo. ¿No podemos utilizar las vías de comunicación entre el cerebro y el cuerpo para recuperar la salud? La física cuántica y la hipótesis holográfica se han mencionado como posibles explicaciones de la eficacia de terapias alternativas como la acupuntura, la visualización guiada o la homeopatía. Pero, sobre todo, el paradigma de la conciencia más allá del cerebro sirve para compensar las deficiencias de la medicina convencional, que trata el cuerpo como una máquina desconectada de la persona. Deepak Chopra, neurólogo y experto en medicina tradicional de la India, explica que el organismo está dotado de una inteligencia que puede movilizar la curación y que nos podemos comunicar con ella a través de las emociones, las visualizaciones y los sentidos (sonidos, caricias, imágenes, colores, gustos, olores…). Percibir el propio cuerpo y cada una de sus partes como entes conscientes con los que podemos comunicarnos –no con palabras, sino con sensaciones, actitudes, atenciones…– sin duda puede servir para desplegar nuevas estrategias con las que conquistar mayores cuotas de bienestar y plenitud.

Algunos autores sugieren que incluso se puede alcanzar la inmortalidad: según el anestesiólogo Stuart Hameroff, no es científicamente imposible que los patrones de información que se activan a nivel cuántico y que se corresponden con la conciencia puedan trasladarse a otro lugar después de la muerte del cuerpo. Su destino podría ser, a lo mejor, un embrión humano.

Ampliar la mirada desde el propio cuerpo a las estrellas, hasta sentir la presencia de la infinitud de Conciencia que nos acompaña siempre –nunca estamos a solas– puede hacer increíblemente más profunda y satisfactoria la aventura de la vida.

Abrirse a la naturaleza

La ecofilósofa australiana Freya Mathews propone enamorarse de la naturaleza para recuperar el contacto con la conciencia que se halla más allá de uno mismo.

Significado del amor

La experiencia humana del amor hace que la mente individual se vuelva permeable a las demás conciencias. En las relaciones personales, se siente la fusión con el otro. La misma experiencia puede vivirse con los seres vivos, los espacios naturales y el Universo entero, como han asegurado los místicos de todos los tiempos.

Contacto más estrecho

El roce hace el cariño. Aumentando el tiempo que pasamos en medios naturales, podemos cultivar nuestra habilidad para captar las conciencias no humanas. Es importante la actitud. Ante una planta, un animal o una roca, podemos preguntarnos –poniéndonos en su lugar– cuál puede ser su historia, de dónde viene y a dónde va, qué necesita para existir, qué peligros le acechan o cuáles son sus placeres. ¿Qué nos sugieren las formas, los colores, los sonidos? Debemos buscar las respuestas no sólo con la razón, sino a través de la emoción, la intuición y la empatía.





Los rituales y las artes

El objetivo no es saber sobre la naturaleza, sino relacionarse con ella, sentirla y gozarla. Los seres humanos han vivido siempre estas experiencias creando rituales y celebraciones estacionales, así como obras de arte (sobre todo, poemas, canciones y danzas). Además de razón y lógica, la conciencia humana tiene capacidad para comunicarse a través de la metáfora y las emociones.

Ahora y aquí

Para el hombre moderno no se trata de recuperar antiguas o exóticas prácticas que ya no son suyas, sino de crear las propias. Tampoco conviene soñar un mundo utópico y demasiado humano. En el día a día, incluso en la ciudad, surgen oportunidades de ayudar a la naturaleza –por ejemplo, colaborando en la recuperación de especies y ecosistemas– y de celebrar su vitalidad y belleza.

Un cambio en marcha

Enamorarse de la naturaleza puede provocar profundos cambios en la mente y el comportamiento. Es el camino más eficaz para corregir los efectos negativos sobre la sociedad y el planeta de una cultura que ha estado alejada de la realidad.

La inteligencia, en la base de la vida

En una gota de agua de lago, observada bajo el microscopio, se observan seres vivos unicelulares que demuestran inteligencia en su comportamiento: se mueven, se relacionan, buscan comida, evitan peligros y se reproducen.

Nicholas humphrey, autor de Una historia de la mente, cree que con el primer ser unicelular que apareció sobre la Tierra surgió también la diferencia entre “yo” y “lo otro“. La conciencia estaba ya allí. Lo que es resultado de la evolución biológica es la mente humana.

LA SELECCIÓN NATURAl no es el único agente que moldea la vida. Las propiedades inherentes al espacio-tiempo geométrico –donde se halla la conciencia o protoconciencia– en la escala cuántica determinan los patrones de crecimiento y las soluciones que inventa la naturaleza. La belleza es uno de los síntomas de la acción de la conciencia.

LA libertad de cada sujeto existente –desde un paramecio a un ser humano, de un electrón a una galaxia– parece formar parte del plan de la vida. No existen leyes físicas ni biológicas ni entes espirituales que condicionen absolutamente los procesos en marcha.

La trama oculta de la realidad

El anestesiólogo Stuart Hameroff organiza cada dos años los encuentros Hacia una Ciencia de la Conciencia en la Universidad de Arizona (Estados Unidos). Junto con el físico y matemático Roger Penrose, ha elaborado la teoría científica más audaz sobre la conciencia.

Microtúbulos. Hameroff y Penrose proponen que en unas estructuras proteínicas denominadas microtúbulos, que se hallan en las células de todos los seres vivos y de manera más abundante en las neuronas, tienen lugar estados cuánticos –colapsos– que guardan relación con la autoconciencia humana.

Calidades de conciencia. Los colapsos cuánticos en los microtúbulos, que son instantes de conciencia, suceden con diferentes intensidades y frecuencias (normalmente, 40 veces por segundo).

Espiritualidad. La actividad cuántica en los microtúbulos tiene lugar en la geometría del espacio-tiempo, la trama básica de la realidad a la que son inherentes las cualidades platónicas de belleza, bien y verdad, lo que explica el maravilloso desarrollo de los sistemas físicos y biológicos. Para Hameroff, esta trama puede llamarse Dios, Brahma, Espíritu, Unidad, Conciencia o como se desee…

Artículo en Integral 371

Henry David Thoreau




(EEUU, 1817-1862)

Escritor, filósofo y naturalista estadounidense, cuya obra demuestra cómo los ideales abstractos de libertad e individualismo pueden realizarse en el ámbito de nuestras vidas. Nació en 12 de julio de 1817, en Concord (Massachusetts), en el seno de una familia de comerciantes, y estudió en la Universidad de Harvard. Durante algunos años trabajó como profesor y tutor, tanto en Concord como en Staten Island (Nueva York). Entre 1841 y 1843 vivió en la casa del ensayista y filósofo transcendentalista, también estadounidense, Ralph Waldo Emerson, y allí conoció a numerosos transcendentalistas, como el educador y filósofo Amos Bronson Alcott, y a los críticos literarios de mentalidad reformista Margaret Fuller y George Ripley. Dos años más tarde se trasladó a una cabaña a orillas del Walden Pond, un pequeño lago situado en las afueras de su ciudad natal. Su estancia en la cabaña se prolongó hasta 1847. Regresó de nuevo a la casa de Emerson, en la que vivió entre 1847 y 1848, y finalmente, en 1849 se mudó a Concord, con sus padres y su hermana. Durante su permanencia en Walden Pond y, más tarde, en su ciudad natal, Thoreau sobrevivió llevando a cabo variados trabajos, como jardinero, carpintero y guadabosques. La mayor parte de su tiempo la dedicó al estudio de la naturaleza, a meditar acerca de problemas filosóficos , a leer a los clásicos de la literatura griega, latina e inglesa, y a mantener largas conversaciones con sus vecinos. La revista transcendentalista The Dial publicó el poema Simpatía en su primer número, en el año 1840 y siguió publicando otros poemas -entre los cuales cabe mencionar A la concella del este y Un paseo en invierno, así como el ensayo Historia natural de Massachusetts- hasta que dejó de editarse en 1844. Sólo dos de los numerosos volúmenes que ocupan sus obras completas fueron publicados en vida del autor: Una semana en los ríos Concord y Merrimack (1849) y Walden, o la vida en los bosques (1854). Los materiales que componen el resto de los volúmenes fueron publicados póstumamente por los amigos del escritor, basándose en sus diarios, manuscritos y cartas. Una semana en los ríos Concord y Merrimack es la descripción de un viaje en barca que Thoreau llevó a cabo en agosto de 1839; se trata de una combinación de estudio de la naturaleza y especulación metafísica, y transmite claramente la comprometida personalidad de su creador. Walden, quizá su obra más conocida, expresa de un modo más concluyente las buenas razones que existen para adoptar una vida contemplativa, y contiene una nítida descripción de los principales detalles de su experiencia. Sus diarios y ensayos, de un gran valor literario, reflejan un talento especial a la hora de conseguir un estilo fresco y cuidado. Thoreau eligió ir a la cárcel, aunque sólo por una noche, en lugar de pagar los impuestos a un gobierno que admitía la esclavitud y estaba envuelto en una guerra con México. Su postura en este aspecto quedó mucho más clara en su ensayo más célebre, Desobediencia civil (1849). En él, sentó las bases teóricas de la resistencia pasiva, un método de protesta que, más adelante, adoptaría el político indio Mahatma Gandhi como táctica contra los británicos. Thoreau murió el 6 de mayo de 1862 en la misma ciudad en que había nacido. ©

Textos:
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Desobediencia civil (fragmento)
Web Recomendada:
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www.library.ucsb.edu/thoreau

Richard Heinberg: “La gran fiesta de la sociedad industrial ha llegado a su fin”




Es experto en energía y uno de los más efectivos divulgadores de la urgencia de acabar con la dependencia de los combustibles fósiles. Por Carlos Fresneda

Richard Heinberg no tiene vocación de aguafiestas, aunque el libro que le valió el reconocimiento mundial se titula precisamente así: The Party’s Over. Su visión del futuro es cruda, pero relativamente esperanzadora. Pese a los nubarrones en el horizonte, aún confía en la capacidad de adaptación del hombre a la sociedad post-carbono, la que brotará tras la borrachera industrial del último siglo.

En Peak Everything, publicado durante la orgía económica que precedió a la gran recesión, Heinberg pronosticaba ya el inevitable declive de casi todo en el siglo XXI, empezando por el petróleo. En Blackout intenta alumbrar varios escenarios de futuro si logramos superar la última e inconfesable dependencia del carbón.

“En el siglo XXI seremos 100% renovables, por el simple agotamiento de las energías fósiles”, vaticina. Pero la transición será larga y dolorosa, advierte, y supondrá una profunda transformación del modelo económico y de nuestros estilo de vida. Desde el mirador del Post Carbon Institute en Santa Rosa (California), Heinberg se asoma al futuro incierto que dejaron los líderes mundiales a su paso por Copenhague.

¿Cuál es la lección que podemos sacar de la crisis? ¿Se acabó realmente la fiesta?
Sin ninguna duda. La gran fiesta de la sociedad industrial ha llegado a su fin. Todas las deudas ambientales del último siglo están convergiendo al mismo tiempo… La crisis financiera no ha sido más que el preámbulo, y estuvo precedida –no lo olvidemos– de una subida fulgurante del precio del petróleo. El agotamiento de los combustibles fósiles nos va a forzar a cambiar radicalmente de modelo económico y de estilo de vida. Si encima le añadimos la presión del cambio climático, la situación es aún más urgente e imperiosa.

Pero las grandes potencias, empezando por Estados Unidos y China, no dan su brazo a torcer. ¿Hay aún algún atisbo de esperanza después de lo visto en Copenhague?
El acuerdo ha sido muy pobre; ya lo eran de antemano las expectativas… La preocupación común, y más en estos momentos críticos, es el crecimiento económico. El clima ha ido siempre por detrás y nada cambiará realmente hasta que no se ponga al mismo nivel. Estamos ante el final del crecimiento económico tal y como lo hemos conocido, pero nuestros gobernantes y sus economistas se niegan a aceptarlo y siguen funcionando con la misma lógica que nos ha llevado a esta situación.

¿Incluido Obama?
Barack Obama está en una encrucijada política, y no veo que esto vaya a cambiar pronto. Llegó a la cumbre de Copenhague con un mandato muy débil, pendiente aún de la aprobación en el Senado. En Estados Unidos estamos viendo ya la puesta en marcha de algún tipo de legislación para controlar las emisiones, pero son avances muy pequeños, ya digo. En este país hay una minoría muy activa, y movimientos emergentes, como el que pretende paralizar la apertura de nuevas centrales térmicas de carbón. Pero luego hay una realidad a la que nos tenemos que enfrentar: la mayoría de los ciudadanos norteamericanos no cree que la actividad humana esté contribuyendo al cambio climático.

El pico del petróleo

¿Pagaremos antes la factura del cambio climático o la del pico del petróleo?
Las dos facturas las hemos empezado a pagar ya, incluso en Estados Unidos. El desastre del Katrina y el aumento espectacular de los combustibles en el verano del 2008 han sido dos poderosas advertencias. En 1972, el Club de Roma divulgó su famoso estudio anticipando que el crecimiento económico iba a tocar techo en algún momento del siglo XXI. Pues bien, creo que ese momento se ha anticipado y podemos estar ya en él.

¿Hemos llegado ya al pico del petróleo?
El pico pudo haberse producido perfectamente en el 2008. Si bajarom luego los precios fue por la caída de la demanda. En dos o tres años, cuando la demanda vuelva a los mismos niveles, habrá caído la producción. En fin, hemos entrado en el definitivo callejón sin salida… Con la explotación de los pozos de Irak, las cosas pueden variar ligeramente. Tal vez se vuelva a producir más petróleo de aquí al 2015, pero será una situación temporal que apenas servirá para prolongar la fiesta. El petróleo barato se ha acabado o está a punto de acabarse.

¿Y qué me dice del petróleo del Ártico? Las grandes potencias están tomando ya posiciones para el reparto…
El petróleo del Ártico es muy caro, y no bajará de 70 u 80 dólares el barril. Y con esos precios llegaremos a situaciones sin salida como la que experimentamos en el verano del 2008 y que aceleró el camino hacia la recesión.

¿Y el carbón? Sus defensores sostienen que aún hay carbón barato para 200 años…
El 50% de la energía en Estados Unidos es producida por el carbón. Somos, por así decirlo, la Arabia Saudí del carbón. Pero a los niveles actuales de consumo de energía, con China devorando sus reservas al ritmo actual, no es muy arriesgado predecir que el carbón alcanzará un pico entre el 2025 y el 2030. De hecho, China está comprando ya minas en Australia ante el previsible agotamiento de sus recursos. China no puede mantener por mucho tiempo más sus niveles artificiales de crecimiento económico al 8% anual. Tarde o temprano se va a topar con sus propios límites, y uno de ellos puede ser fácilmente el carbón.

¿Cree usted en el carbón limpio?
No hay carbón limpio. Hoy por hoy, es la fuente de energía más sucia que existe, la que más estragos causa en el medio ambiente y más contribuye al cambio climático. Las nuevas tecnologías para mitigar sus efectos y secuestrar el CO2 van a resultar muy caras. No tiene sentido invertir en una infraestructura de aquí a varias décadas si en ese tiempo vamos a dejar de usar carbón. Tiene más sentido invertir ese dinero en energías limpias.

James Lovelock, James Hansen y otros renombrados científicos sostienen que la energía nuclear es parte de la respuesta la cambio climático. ¿Cuál es su postura?
La energía nuclear es y seguirá siendo residual. Hay muy poderosas razones ambientales para oponerse a ella, aunque la de más peso es sin duda la económica. Las inversiones son muy caras y sólo tienen sentido a largo plazo. Con los 435 reactores que funcionan hoy en día, podríamos alcanzar el pico del uranio entre el 2040 y el 2050. Con más reactores, el pico se adelantaría aún más. ¿Qué sentido tiene invertir ahora si el suministro no está garantizado?



4.8.10

¿Y si la Economía Mundial no se Recupera?





Por Richard Heinberg


A fines de 2009 y principios de 2010, la economía mostró algunos signos de renovado vigor. Es natural que todos quieran “volver a la normalidad”. Pero he aquí un pensamiento perturbador: ¿Qué ocurriría si eso no fuera posible? ¿Qué, si se hubieran trasladado los palos del arco, si las reglas se hubieran vuelto a escribir y el juego hubiese cambiado?

¿Qué ocurriría si la era, que ha durado décadas, de crecimiento económico basado en el permanente aumento de las tasas de extracción de recursos, manufactura y consumo, se terminaran, se acabaran y se agotaran? ¿Qué, si las condiciones económicas que todos crecimos en la esperanza que continuarían prácticamente para siempre, fueran un mero y breve sonido en el transcurso de la historia?

Es una idea incómoda, pero que no puede ignorarse: La economía “normal” de fines del siglo XX, de crecimiento aparentemente interminable, surgió en efecto de un conjunto de condiciones aberrantes que no pueden perpetuarse.

Ese “normal” se fue. De una u otra manera, un “nuevo normal” surgirá para reemplazarlo. ¿Podemos construir una economía diferente y más sustentable, que reemplace a la que ahora está andrajosa?

Seamos claros: creo que de algún modo estamos pasando por tiempos muy difíciles. El período de transición en nuestro camino hacia un poscrecimiento, la economía de equilibrio probará ser el momento más desafiante por el que haya pasado cualquiera de nosotros. No obstante, estoy convencido que podremos sobrevivir a este viaje colectivo, y que si, como familias y comunidades, tomamos buenas opciones, en las décadas venideras, la vida puede ser efectivamente mejor para nosotros que lo que fue durante los embriagadores días de aparente e interminable expansión económica.

En este artículo, primero me gustaría compartir mis conclusiones y luego algunos antecedentes que permiten llegar a ellas.

Cuatro Proposiciones

Hemos alcanzado el fin del crecimiento económico tal como lo conocemos. El “crecimiento” del que estamos hablando consiste en la expansión del tamaño total de la economía (con más personas atendidas y más dinero que cambia de manos) y de las cantidades de energía y bienes materiales que por ella fluyen. La crisis económica que empezó en 2008 fue tanto previsible como inevitable, y aquélla que marca una ruptura fundamental y permanente con las décadas pasadas, período en el cual los economistas adoptaron el punto de vista no realista de que es necesario un crecimiento económico perpetuo y también que es posible lograrlo. Como veremos, existen restricciones fundamentales a la expansión económica en curso, y el mundo está empezando a tropezar con esas restricciones. Esto no significa que los Estados Unidos o el mundo nunca más verá otro trimestre o año de crecimiento en relación con el año anterior. Más bien, el punto es que cuando los choques se promedien, la tendencia general de la economía (medida en términos de producción y consumo de bienes reales) será, de ahora en adelante, pareja o descendente, en vez que ascendente.

Los factores básicos, que darán forma a lo que sea que reemplace a la economía de crecimiento, son conocibles. Para sobrevivir y prosperar por largo tiempo, las sociedades tienen que operar dentro del presupuesto de recursos extraíbles del planeta, en forma sustentable. Esto significa que aun si no sabemos con exactitud qué aspecto tendrán una economía y un estilo de vida deseables poscrecimiento, sabemos lo suficiente como para empezar a trabajar en pos de ellos.

Es posible que las economías persistan por siglos y milenios, con un crecimiento mínimo o nulo. Así operaron la mayor parte de las economías hasta tiempos recientes. Si billones de personas, a través de incontables generaciones, vivieron sin crecimiento económico, nosotros podemos hacer lo mismo, ahora y hasta muy avanzado el futuro. El fin del crecimiento no significa el fin del mundo.

La vida en una economía sin crecimiento puede ser satisfactoria, interesante y segura. La falta de crecimiento no implica falta de cambio o de mejoramiento. Dentro de una economía de no crecimiento o de equilibrio, todavía puede haber un continuo desarrollo de habilidades prácticas, de expresión artística y de tecnología. Dentro de una economía de no crecimiento es posible maximizar beneficios y reducir factores que llevan a la decadencia, pero hacer esto requerirá perseguir metas apropiadas: en vez de más, debemos procurar lo mejor; en vez de promover una actividad económica creciente en razón de sí misma, debemos poner el acento en cualquier cosa que aumente la calidad de vida sin avivar el consumo. Una forma de hacer esto es reinventar y redefinir el crecimiento en sí mismo.

La transición a una economía de no crecimiento (o una en la cual el crecimiento se define de una manera fundamentalmente diferente) es inevitable, pero resultará mucho mejor si la planificamos en vez de que simplemente contemplemos con desaliento cómo fracasan las instituciones de las cuales hemos llegado a depender, y entonces, a falta de ellas, improvisemos una estrategia de supervivencia.

En efecto, tenemos que crear un “nuevo normal” deseable, que ajuste las coacciones impuestas mediante agotar los recursos naturales. El mantener el “antiguo normal” no es una opción; si no encontramos nuevas metas por nosotros mismos y planeamos nuestra transición de una economía basada en el crecimiento a una sana economía de equilibrio, crearemos por omisión un mucho menos deseable “nuevo normal”, cuyo surgimiento ya estamos empezando a ver en las formas de un grande y persistente desempleo; una amplia brecha entre ricos y pobres, y cada vez más frecuentes y dañinas crisis financieras y medioambientales, todas las cuales se traducen en profunda aflicción para individuos, familias y comunidades.

Límites al Crecimiento

Tiene sentido que las economías deberían seguir reglas análogas a aquéllas que rigen los sistemas biológicos. Plantas y animales tienden a crecer rápidamente cuando son jóvenes, pero luego alcanzan un tamaño más o menos maduro y estable. En los organismos, las tasas de crecimiento las controlan mayormente los genes. En las economías, el crecimiento parece estar ligado a factores tales como la disponibilidad de recursos, principalmente recursos energéticos (”alimento” para el sistema industrial). Durante el siglo XX, combustibles fósiles, baratos y abundantes, hicieron posible una rápida expansión económica. Sin embargo, en algún punto, el agotamiento del combustible fósil podría poner freno al crecimiento. También es posible que los desechos industriales podrían acumularse hasta el punto en que los sistemas biológicos que apuntalan la actividad económica (tales como bosques, cultivos y cuerpos humanos) comenzaran a debilitarse.

Pero, en general, los economistas no ven las cosas de esta manera. Es probable que se deba a que la mayoría de las actuales teorías económicas fueron formuladas durante un período histórico anómalo de crecimiento sostenido. Los economistas están meramente generalizando a partir de su experiencia: pueden señalar décadas de crecimiento estable en el pasado reciente, y así, simplemente proyectan esa experiencia al futuro. Por otra parte, tienen formas de explicar por qué las modernas economías de mercado son inmunes a los tipos de límite que restringen a los sistemas naturales; las dos principales atañen a la sustitución y la eficiencia.

Si un recurso útil se vuelve escaso, subirá su precio, y esto incentiva a los usuarios del recurso para que encuentren un sustituto. Por ejemplo, si el petróleo se vuelve lo suficientemente caro, las compañías energéticas podrían empezar a fabricar combustibles líquidos del carbón. O podrían desarrollar otras fuentes de energía no soñadas hoy. Los economistas teorizan que este proceso de sustitución puede seguir para siempre. Es parte de la magia del libre mercado.

Una eficiencia creciente significa hacer más con menos. Encontrar sustitutos para los recursos agotados y elevar la eficiencia, son estrategias innegablemente efectivas y adaptativas de economías de mercado. No obstante, la pregunta queda abierta con respecto a por cuánto tiempo pueden seguir actuando en el mundo real, el cual se rige menos por teorías económicas que por los leyes de la física. En el mundo real, algunas cosas no tienen sustituto, o bien los sustitutos son demasiado caros, no funcionan igual de bien o no pueden producirse con la suficiente rapidez. Y la eficiencia sigue una ley de retornos en disminución: es habitual que los primeros aumentos de eficiencia sean baratos, pero cada nuevo aumento tiende a costar más, hasta que los sucesivos aumentos se vuelven prohibitivamente caros.

A diferencia de los economistas, los científicos reconocen que el crecimiento dentro de cualquier sistema funcional y circunscrito tiene que detenerse en algún momento.

Pero este debate tiene implicancias muy reales, porque la economía no es sólo un concepto abstracto; es aquello que determina si vivimos en el lujo o en la pobreza; si comemos o nos morimos de hambre. Si termina el crecimiento económico, todos estaremos afectados, y a la sociedad le tomará años adaptarse a esta nueva condición. Por lo tanto, es importante poder pronosticar si ese momento está cerca o lejos en el tiempo.

El Petróleo en su Punto Culminante (Peak Oil)

Ya en 1998, Campbell, Laherrère y otros, estaban debatiendo acerca de un escenario del impacto del Petróleo en su Punto Culminante, que decía así. En algún momento alrededor del año 2010, teorizaban, el suministro de petróleo, paralizado o decreciente, llevaría a precios desmesuradamente altos e inestables, lo que precipitaría un derrumbe económico global. Esta rápida contracción económica, a su vez, llevaría a una reducida demanda de energía, y así los precios del petróleo entonces caerían; pero tan pronto como la economía recobrara su fuerza, la demanda de petróleo se recuperaría, los precios se remontarían y la economía se hundiría. Este ciclo habría de continuar, siendo cada fase de recuperación más corta y más débil, y cada derrumbe más profundo y más difícil, hasta que la economía estuviera en ruinas. Mientras tanto, los inestables precios del petróleo impedirían las inversiones en alternativas energéticas: un año, el petróleo sería tan caro que casi cualquier otra fuente de energía sería comparativamente barata; al año siguiente, el precio del petróleo habría caído tanto, que los usuarios regresarían a él, y las inversiones hechas en otras fuentes de energía parecerían absurdas. En todo caso, el capital de inversión escasearía a
breve plazo, porque los bancos serían insolventes debido al derrumbe, y los gobiernos estarían en la bancarrota por las declinantes recaudaciones de impuestos. Mientras tanto, la competencia internacional por las fuentes de petróleo que merman podría conducir a guerras entre las naciones importadoras de petróleo; entre importadores y exportadores, y entre bandos rivales dentro de las naciones exportadoras.






De la Teoría Alarmante a la Realidad Alarmante

Entonces en 2008, el escenario del Petróleo en su Punto Culminante se volvió demasiado real. La producción global de petróleo se había detenido desde 2005 y los precios del petróleo se habían ido encumbrando. En julio de 2008, el precio por barril se disparó a US$150, una vez más la mitad más alto (en términos ajustados por la inflación) que las máximas alzas de precios de los años 70, que habían gatillado la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial. Hacia el verano de 2008, la industria automotriz, la industria de camiones, el transporte marítimo internacional, la agricultura y las líneas aéreas, estaban todos tambaleantes.

Pero lo que sucedió después cautivó la atención del mundo a tal grado que la máxima alza del precio del petróleo fue casi olvidada: en septiembre de 2008, el sistema financiero global estuvo cerca de derrumbarse. Las razones de esta repentina crisis, que absorbió la atención de todos, aparentemente tuvo que ver con el sueño de la vivienda; la falta de una adecuada reglamentación de la industria bancaria, y el uso excesivo de productos financieros extravagantes que casi nadie entendió. Sin embargo, existen razones para concluir que el alza máxima del precio del petróleo contribuyó en forma mucho más importante a esta disgregación que lo que en general se arguye.

En la secuela de esa experiencia financiera global cercana a la muerte, tanto el escenario del Petróleo en su Punto Culminante, propuesto hacía una década, como el escenario de manejo estándar de Límites al Crecimiento de 1972 parecieron confirmarse con misteriosa y aterradora precisión. Decaía el comercio global. Las mayores compañías automotrices globales estaban en riesgo vital. Las compañías de aviación estadounidenses habían experimentado una contracción cercana a un tercio. En las naciones pobres de todo el mundo surgían disturbios por alimentos. Las prolongadas guerras en Irak (la nación con las segundas reservas del mundo de petróleo crudo) y Afganistán (el lugar de los disputados proyectos de petróleo y gaseoducto) seguían desangrando las arcas de la principal nación importadora de petróleo del mundo.

Surgimiento de una Nueva Era

El mundo ha ingresado en una nueva era. El proyecto de despertar y prevenir a quienes hacen las políticas, y al público en general, merecía que invirtiéramos todo el esfuerzo que pudiéramos reunir. En efecto, habría sido negligente de parte de los autores de Límites al crecimiento, Colin Campbell, Jean Laherrère, y miles de científicos y activistas (incluido yo mismo) medioambientales y del clima, si no le dieramos nuestra mejor jugada. Pero ahora es demasiado tarde para prevenir el derrumbe del sistema existente. El derrumbe ha comenzado.

Es tiempo de una estrategia diferente.

Al decir esto, no estoy sugiriendo que debiéramos muy simplemente darnos por vencidos y aceptar un destino inevitable y espantoso. Aun cuando el derrumbe de los sistemas industriales y financieros mundiales haya comenzado, ahora es esencial un esfuerzo para minimizar mayores consecuencias abrumadoras. El derrumbe no significa la extinción. Seguramente surgirá una nueva forma de vida del naufragio de la era del crecimiento alimentado por fósiles. Depende de aquellos de nosotros que tenemos alguna comprensión de lo que está sucediendo, y por qué, ayudar a diseñar esa nueva era de vida de manera que sea sustentable, equitativa y satisfactoria para todos los interesados. Todos nosotros necesitamos estrategias prácticas y herramientas para resistir el derrumbe y construir los cimientos de cualquier cosa que venga después.

Las tendencias ya son evidentes: mientras empeora la crisis financiera, más personas están plantando huertos, y las compañías productoras de semillas están trabajando mucho para ir al paso de la demanda. La gente joven está ahora dedicándose a la agricultura más que en ninguna otra década reciente. En 2008, se vendieron en Estados Unidos más bicicletas que automóviles (malas noticias para las compañías automotrices en pugna, pero magníficas noticias para el clima). Y desde que se inició la crisis, los estadounidenses han estado gastando mucho menos en artículos no esenciales, reparando y volviendo a usar más bien que reemplazando y agregando.

Muchos economistas presumen que estas tendencias son de corto plazo y que los estadounidenses volverán al consumismo así como la crisis económica vire hacia la recuperación. Pero si no hubiera “recuperación” en el sentido habitual, entonces estas tendencias sólo han de aumentar.

Esto es lo que están presumiendo los que primero lo adoptaron. Ellos creen que el mundo ha dado vuelta la esquina. Ellos entienden algo que los medios ignoran o niegan. Están apostando a un futuro de sistemas alimenticios locales, no la agroindustria global; de cooperativas comunitarias de crédito en vez de los megabancos de Wall Street demasiado grandes para fracasar; de proyectos energéticos renovables a pequeña escala, no a un sistema que abarca el mundo de extracción, comercio y consumo de combustibles fósiles. Un futuro en el cual hagamos las cosas por nosotros mismos, compartamos y cooperemos.

Ellos se han embarcado en una vida después del crecimiento.


Richard Heinberg es ampliamente reconocido como uno de los más sobresalientes educadores mundiales acerca del cenit del petróleo. Autor de ocho libros sobre el tema, incluyendo The party’s over, Powerdown, The oil depletion protocol y Peak everything. Es investigador del Post Carbon Institute y columnista habitual de The Ecologist, sus ensayos y artículos han aparecido en diversas publicaciones en todo el mundo.


http://www.richardheinberg.com

Traducción tomada de Revista 'Mundo Nuevo'

http://www.mundonuevo.cl


25.11.09


METAMORFOSIS




"Este es mi consejo: el cuerpo es una poderosa atadura.
Líbrate de lo viejo, si deseas algo nuevo...
Este reino del no-ser se asemeja al verdadero Ser
y ese reino del verdadero Ser está muy oculto...
Los ojos que son de polvo lo consideran polvo;
los ojos que ven el éter son de otra clase."


Masnawi, cap. II, 1270.

"Los nuevos órganos de la percepción se manifiestan como un resultado de la necesidad. Por lo tanto, aumenta tu necesidad a fin de que puedas incrementar tu percepción." (1273)

جلال الدين محمد بلخى Yalal ad-Din Muhammad Baljí en persa, Celaleddin Mehmet Rumi en turco, o جلال الدين محمد رومي Yalal ad-Din Muhammad Rumí en árabe, también conocido como «Mawlana», «Mavlana» o «Mevlânâ», que significa «Nuestro Señor» en árabe (con sus adaptaciones fonéticas al persa y turco, respectivamente) fue un célebre poeta místico musulmán persa y erudito religioso que nació el 30 de septiembre de 1207 en Balj, en la actual Afganistán —aunque en aquella época pertenecía a la provincia del Gran Jorasán de Persia— y murió en Konya —en aquella época parte del Sultanato de Rüm, de la dinastía de los turcos selyúcidas—, un 17 de diciembre de 1273, razón por la cual se conmemora cada año el fallecimiento de este ilustre pensador y místico sufí del Islam en dicha ciudad de la Anatolia turca. También es conocido como Rumí, que significa «originario de la Anatolia romana» ya que la Anatolia era denominada por los turcos selyúcidas como la «tierra de Rüm (los romanos)», en referencia al Imperio Romano de Oriente más conocido como Imperio Bizantino.

La importancia de Rumí trasciende lo puramente nacional y étnico. A través de los siglos ha tenido una significativa influencia en la literatura persa, urdú y turca. Sus poemas son diariamente leídos en los países de habla persa como Irán, Afganistán y Tayikistán y han sido ampliamente traducidos en varios idiomas alrededor del mundo.

Luego de su fallecimiento, sus seguidores fundaron la orden sufí Mevlevi, mejor conocidos como los "Derviches Girantes", ya que realizan una meditación en movimiento llamada "semá" donde hombres (y actualmente, mujeres) giran sobre si mismos acompañados por flautas y tambores. (Wikipedia)



¿ME ESTOY DANDO POR VENCIDO?